Las actas del proceso inquisitorial que se produjo en Toledo entre los años 1587 y 1589 contra la persona de Céspedes da pie a este artículo. En primer lugar, el artículo realiza una revisión de cómo este archivo ha sido leído por parte de la historiografía y una crítica a estas lecturas por la colonialidad de estas miradas. En segundo lugar, el artículo propone una lectura que pone en primer plano aspectos no analizados del archivo que tienen que ver con la historia racial de la España de la Edad Moderna y su relación problemática con la negritud y la esclavitud, tanto en el pasado como en el presente.
The minutes of the inquisitorial process that took place in Toledo between the years 1587 and 1589 against the person of Céspedes give rise to this article. Firstly, the article reviews how this archive has been read by historiographers and makes a criticism of these readings due to the coloniality of these views. Secondly, the article offers a reading that explores unanalyzed aspects of the archive that have to do with the racial history of Spain in the Modern Age and its problematic relationship with blackness and slavery, both in the past and in the present.
El género dentro de la negritud era una proposición polimorfa
La historia de Céspedes es conocida en la historiografía española como el caso de una persona que transita el género y que es descubierta y juzgada por el tribunal de la inquisición por esta cuestión. Ha pasado a la historia de las resistencias como un referente por ser considerado como la primera mujer cirujana de la historia de España o también como la primera persona transexual conocida en la historia de España. Sin embargo, ambas lecturas apuestan por realizar una narrativa de género unicausal de la figura de Céspedes.
¿Cómo dar cuenta de nuestras historias cuando nos han negado el nombre, el recuerdo, el cuerpo en el territorio o el archivo? ¿Cómo dar cuenta de nuestras historias cuando nos han negado la humanidad misma? ¿Cómo dar cuenta de nuestras historias cuando han sido contadas desde la supuesta objetividad del testigo modesto? ¿Qué historia cuenta como historia? La objetividad de la historia se ha basado en que el ejercicio que se realiza es el de interpretación de unos ‘hechos’ con la ayuda de las técnicas historiográficas. La historiografía española con respecto a Céspedes ha ejercido la posición de ‘testigo modesto’ (
Así, la narración que aquí iré elaborando es, en mi opinión, una mejor historia posible sobre la figura de Céspedes pero sobre todo sobre la forma concreta que adquiere la intersección de las múltiples opresiones encarnadas que Céspedes representa y cómo estas han sido actualizadas en la matriz de dominación (
En este artículo abordaré, desde mi posición encarnada como feminista negra disidente sexual afrodiaspórica, nacida en este territorio hoy llamado reino de España, y desde mi comprensión de la tradición de pensamiento negro radical en la que me ubico, en primer lugar, la relación de la historiografía española con la figura de Céspedes, y en segundo, realizaré una propuesta desde las tradiciones teóricas que me habitan, antes mencionadas. La propuesta, además, requiere de un ensamblaje teórico-metodológico en el que hay tres elementos o conceptos clave: ignorancia blanca, inocencia blanca y narrativas de desterritorialización antinegra que detallo a continuación.
En este texto aplico el marco general de las epistemologías de la ignorancia, y especialmente el concepto de
Lo que quiero precisar, entonces, es la idea de una ignorancia, un no saber, que no es contingente, sino en el que la raza – el racismo blanco y / o la dominación racial blanca y sus ramificaciones – juega un papel causal crucial. (
Y como señalan Sullivan y Tuana, las editoras del volumen colectivo en el que aparece este texto de Mills, la epistemología de la ignorancia ha de entenderse como parte de un sistema supremacista en el que la especie humana es dividida en dos grupos en términos raciales, personas completas y subhumanos (
Una de las formas que adquiere esa epistemología de la ignorancia es lo que la antropóloga afrosurinamesa y profesora emérita de la universidad de Utrecht, Gloria Wekker (
Un tercer elemento con el que quiero pensar cómo ha trabajado la historiografía blanca con respecto a Céspedes y que tiene estrecha vinculación con esta negación de la diversidad racial en la península previa al siglo XVI es el concepto de
Céspedes no es un personaje histórico poco conocido para la historiografía española, de hecho, hasta podemos encontrar una entrada biográfica en la página web de la Real Academia de la Historia.
El tratamiento de Céspedes por parte de la historiografía ha sido muy discutible, ya que como señalo aquí se ha ocupado de dilucidar cuestiones de género en el personaje sin tener en cuenta su racialidad, importantísima por el momento histórico en el cual Céspedes vivió y que es señalado como el punto de inflexión para hablar de racismo en la península ibérica (
Mención especial merece el reciente artículo de Martín Casares y Díaz Hernández (
Martín Casares y Díaz Hernández (
Pero ¿quién era esta persona, Céspedes, cuya historia produce fascinación tanto entre historiadores como entre un público más general? Conocemos a esta persona por el proceso judicial ante el tribunal de la inquisición al que se vio sometida. Las actas de este proceso, como anteriormente mencioné, pueden ser consultadas en el Archivo Histórico Nacional y han sido transcritas prácticamente en su totalidad en un volumen titulado
Muy sucintamente, ya que no hay espacio para presentar aquí en toda su extensión al personaje, tomo el resumen inicial de la sentencia que recoge aspectos fundamentales de su biografía.
Natural de Alama, esclava y después libre, casó con un hombre y tuvo un hijo; desaparecido y muerto su marido se vistió de hombre y estuvo en la guerra de los moriscos de Granada; se examinó de cirujano y se casó con una mujer. Fue presa en Ocaña y llevada a la Inquisición, donde se le acusa y condena por desprecio al matrimonio y tener pacto con el demonio.
Fue penitenciada a diez años en un hospital para que sirviese sin sueldo en las enfermerías y a salir al auto público de fe que se celebró en la plaza del Zocodover el domingo 18 de diciembre de 1588, al que salió en forma de penitente con coraza e insignias que manifestaban su delito, abjuró de levi y se le dieron cien azotes por las calles públicas de Toledo y otros cien por las de Ciempozuelos (
La figura de Céspedes, en este sentido, nos serviría perfectamente para hablar de la historia de la esclavitud en el Estado, en un momento concreto en el que se está asentando la vinculación de la ‘raza’ con la institución esclavista. La Granada de mediados del siglo XVI, en momentos previos a la ‘Guerra de las Alpujarras (1568–1571)’, en la que la Corona hispánica se enfrenta a la población devenida ‘morisca’ desde la conquista del reino de Granada por parte de la corona de Castilla en 1492. A partir de ese momento, la población morisca ve mucho más recortadas sus libertades y finaliza siendo primero deportada a otros territorios hispánicos (peninsulares) y posterior y definitivamente expulsada de la península en 1609.
Sin embargo, Céspedes a quienes en multitud de ocasiones la historiografía ha denominado ‘morisca’, participó en la Guerra de las Alpujarras junto a las tropas de la corona hispánica. Exploraremos el personaje de Céspedes desde el respeto a su figura pero también primando la característica de su racialización para analizar y dar sentido a su vida y los huecos que nos deja la narración de su vida a través del archivo.
Frente a las narrativas de desterritorialización anti-negra y la desmemoria histórica de la negritud como parte de este archivo colonial en el reino de España, me propongo a continuación realizar una narración de esta historia desde una posición otra. Esta narración parte de nuevo de la pregunta realizada con anterioridad, ¿Cómo dar cuenta de nuestras historias cuando nos han negado el nombre, el recuerdo, el cuerpo en el territorio o el archivo? Para poder responder a esta pregunta hemos de volver a buscar conexiones con formas imaginativas de narrar nuestras historias que ha utilizado la afrodiáspora como parte de una resistencia ancestral.
Saidiya Hartman (
Israel Burshatin (
Me interesan especialmente tanto algunos datos que aporta Burshatin en este artículo como su interpretación de la ‘lectura’ que en la época se hacía de Céspedes. Curiosamente, este Jerónimo de Huerta, publicó esta traducción anotada del clásico de Cayo Plinio,
[…] invención y engaño, como fue el que sucedió en Castilla, con
Burshatin argumenta así que tanto Huerta como el tribunal de la Inquisición que juzgó a Céspedes interpreta ‘la feminidad de Eleno como esclavitud en el espejo de la historia natural’ (
Los historiadores Francisco Vázquez García y Richard Cleminson, que han trabajado conjuntamente sobre los cambios respecto a las concepciones del sexo y sexualidades disidentes en España tanto en la edad moderna como en época contemporánea, señalan que en el caso de Céspedes, que se nombra y declara hermafrodita, su amplio conocimiento de la medicina y la historia natural le permiten presentarse ante el tribunal inquisitorial como un caso extraño, incluso insólito pero que en absoluto transgrede los límites de la naturaleza. También estos autores apuntan a que esos conocimientos de Céspedes son adquiridos por varías vías: una, su extensa biblioteca; otra, su propia experiencia en la práctica quirúrgica y la tradición oral que señalan como características distintivas de la medicina morisca con la que probablemente tuvo estrecho contacto (
Sin embargo, la lectura que Huerta hace sobre Céspedes, y que señalábamos más arriba, viene a desautorizar esta defensa del hermafroditismo como algo que es parte de la naturaleza. En este sentido Burshatin (
Como ya hemos visto, la lectura de Céspedes en el pasado obvia su testimonio y resitúa su posición en términos de género y raza. Curiosamente este ejercicio se realiza en el pasado nombrando a Céspedes por su condición de nacimiento en esclavitud, nombrando en femenino y también marcando un origen geográfico,
Sin embargo, la lectura de Céspedes realizada en la contemporaneidad por la mayor parte de la historiografía, efectúa un tropo por el cual el ejercicio de circunscribir geográficamente la posibilidad de una vida negra en la península a
En este punto se me hace necesario entonces marcar una especie de línea de tiempo que sea también geográfica, que me permita realizar esa ‘narrativa otra’ desde un punto de vista que privilegie la voz de Céspedes y, a través de su voz resituar su posición como ancestro posible de una genealogía de la disidencia sexo-genérica afrodescendiente, lo que en otros lugares denominé como afrografías o biomitografías situadas (
En el ‘Discurso de su vida’ Céspedes narra ante el tribunal de la Inquisición lo que ha sido el periplo de su vida, desde su nacimiento hasta el momento en que es apresado por el tribunal para ser juzgado por bigamia, sodomía y confabulación con el diablo, acusaciones todas gravísimas que le podían costar la vida. Es de resaltar que tiene respuesta para todas estas acusaciones revertiéndolas con las enseñanzas de la tradición clásica greco-romana de la historia natural y alineándose con ser un buen cristiano que ha intentado seguir el camino recto de sus padres, nombrados por Céspedes como
Sin duda, una de las cosas que más ha llamado mi atención al leer las transcripciones del discurso de su vida es la alta movilidad y el asiduo cambio de residencia, por diferentes circunstancias, unas justificadas en el discurso y otras simplemente parecen acontecer en el devenir ‘natural’ de las profesiones u oficios que desempeña o en el propio devenir de su vida. He podido contar hasta quince localizaciones en las que Céspedes se estableció: en algunas, no más de algunas semanas, en otras, contabiliza por años. A algunos de estos lugares regresa en varias ocasiones, como es el caso de su localidad de nacimiento, Alhama de Granada (
El investigador y profesor trans afroamericano C. Riley Snorton (
La esclavitud en la península ibérica en la época moderna, más concretamente entre finales del siglo XV y finales del siglo XVII está asociada a un cierto tipo de personas. Era un modelo esclavista marcado por la ‘raza’, en el que a las personas esclavizadas se las denominaba genéricamente moros y negros (
La esclavitud en la península ibérica en la edad moderna era mucho más frecuente de lo que se ha querido contar, pero estaba marcada igualmente por entender a la persona esclavizada como la ‘otredad’, y su humanidad era puesta en cuestión teológicamente, lo que posteriormente durante la llamada Ilustración europea derivó en el racismo científico. Sin embargo, en el caso de las personas esclavizadas de origen negro-africano, que hoy llamamos afrodescendientes, el color es el que determina su no-pertenencia a la comunidad de sangre (
Hay que recordar que la esclavitud como institución encontraba uno de sus mecanismos de sostenimiento en la perpetuación de la condición de esclavitud por línea materna, es decir, nacer de una madre esclavizada hacía que la descendencia adquiriese desde el momento del nacimiento la misma condición de su progenitora. De la misma manera, las personas esclavizadas no tenían ningún tipo de derechos de propiedad, ni sobre sus propios cuerpos ni sobre los cuerpos de su descendencia.
Con sus diferencias geográficas y de tradición, la esclavitud negroafricana en la edad moderna compartió, ya sea en territorios americanos como en los territorios peninsulares de la monarquía hispánica algunas características comunes que me permiten pensar con Spillers o Snorton a la hora de trazar un relato posible sobre la transfugitividad de Céspedes.
Snorton apunta que en las historias de fuga de diferentes mujeres negras en los Estados Unidos, éstas tomaron oficios generizados en los que el género viene marcado por el color, como en el caso de Jacobs que pasa por ser marinero ennegreciéndose o en el caso de los Craft, una pareja en la que ella pasa por ser el ‘amo blanco’ y su marido por su sirviente negro (
Si como Snorton plantea, el género viene marcado por el color en las historias de fuga, y al tiempo es marcado para una serie de oficios, cabe preguntarse si, en parte, fueron los diferentes oficios performados por Céspedes los que le posibilitaron dejar de ser leído como
La historia de Céspedes entonces, analizando esa alta movilidad de la que hablábamos, es una historia que creo hay que leer desde la fuga. La fuga de un cuerpo afro leído en femenino debido a su racialización y probablemente por las marcas que portaba en su cara como esclava (
Céspedes crea una gramática de la fuga en la que la transitividad, la auto-representación y la fuga de sí mismo marcarán el camino de su vida. Comienza aprendiendo el oficio de calcetera y tejedora, que parece aprende de su madre, recordemos, una mujer negra esclavizada. De hecho, los oficios de tejedoras o hilanderas están asociados a ser oficios realizados por mujeres, y en muchos casos por mujeres esclavizadas, en la modernidad española (
Como mozo de labranza en esta localidad es la primera vez que se nombra como Céspedes, sin nombre generizado, y también la primera vez que menciona explícitamente un conflicto que atañe a su racialización y a su género. Céspedes, que trabajaba como pastor en ese momento, es sospechoso de ser Monfí
Me parece importante marcar este momento en que es apresado bajo sospecha de ser monfí como uno crucial en su vida. Como ya he señalado la acusación de monfí conlleva una condición de racialización asociada, los monfíes son moriscos ‘rebeldes’ y, como también he señalado, el ser morisco/a en ese momento ya se asociaba a una esclavitud de tipo ‘confesional-territorial’ (
Su concurso en la guerra marca el siguiente punto de inflexión en el devenir de su vida, ya que a partir de ese momento se desempeña con el oficio de sastre, para el que se había examinado en un periodo intermedio entre las dos etapas de su participación en la guerra. Como sastre continúa ejerciendo en diferentes lugares, Arcos de la Frontera, Marchena, Vélez Málaga, Alhama, Archidona y Osuna antes de trasladarse a la Corte (Madrid) para seguir allí desempeñando el oficio de sastre; entre las diferentes localizaciones andaluzas en las que trabaja se cuentan aproximadamente unos seis o siete años (
Ya en Madrid, continúa con su oficio de sastre pero conoce a un cirujano valenciano que le enseña el oficio de cirujano y comienza a ejercerlo en un hospital de la corte (Madrid) durante unos tres años, hasta que se desplaza a la sierra de Madrid para tratar a un criado del rey llamado Obregón y ahí se queda ejerciendo su nuevo oficio durante unos dos años más. De ahí vuelve a Madrid para sacarse el título y, de hecho, consigue dos: uno para sangrar y purgar, el otro de cirugía (
Esta denuncia es la que da pie a que intervenga el tribunal de la Inquisición y que Céspedes sea apresado y juzgado; también es esta denuncia la que abre la posibilidad de que conozcamos la historia de Céspedes con detalles y testimonios sobre su vida y su propia historia narrada en el discurso de su vida aunque transcrita por diferente personal del tribunal de la inquisición que se encargan de realizar el primer filtro interpretativo de este ‘discurso de su vida’ como muestran las continuas anotaciones al margen y cambios de género al nombrar a Céspedes.
Finalmente, Céspedes es condenado por bigamia pero con un tono ejemplarizante por parte del tribunal inquisitorial. Condenado a portar el Sambenito por las calles del Toledo y de Ciempozuelos, a doscientos latigazos, cien en cada una de las localizaciones anteriores y a cumplir posteriormente condena de diez años de trabajo gratuito en el Hospital Real de Toledo en el que tendría que prestar sus conocimientos médicos. En el contexto del análisis realizado hasta ahora, cabe preguntarse por el significado de una condena a diez años de trabajo ‘sin sueldo’ para una persona que había nacido en esclavitud y a la que constantemente en las actas del proceso se le recuerda esta condición. Una condena ejemplarizante, tanto para Céspedes como para la sociedad de la época, si bien parece que no surtió el efecto deseado ya que a penas un par de meses después de comenzar a prestar servicio en el hospital, el administrador del mismo pide su traslado a otra instalación para que cumpla la condena ya que: ‘es grande el estorbo y enbaraço que a causado la entrada de la dicha Elena de Céspedes por la mucha gente que acude a verla y a curarse con ella.’ (
A mí me gusta pensar en Céspedes como alguien que desborda las normatividades e imaginarios, tanto de su época como actuales, en términos raciales, sexuales y de género. Una persona Afro que inaugura una genealogía propia en el reino de España contestando al imperativo racista cisheteronormativo colonial y resistiéndolo, constantemente a la fuga.
La mirada sobre el ‘archivo Céspedes’ se despliega desde el pasado y se afirma tanto en la historiografía como en la cultura popular del presente para devolver la mirada presentista al pasado. El ‘archivo Céspedes’ es un compendio de declaraciones en las que se trata de anular la verosimilitud del testimonio dado por Céspedes en su propio proceso, reforzando la ideología que comenzaba a asentarse en ese momento sobre la naturaleza de los cuerpos, así como la legitimación ontológica y de la condición social de los mismos en la monarquía hispánica y en la modernidad española. El proceso inquisitorial y su desenlace supusieron en su época el aparente desenmascaramiento, como señalaba Huerta, de un intento de
Las continuidades en la lectura colonial del cuerpo y del archivo nos devuelven hoy la imagen de Céspedes como un/a héroe o heroína que desafió las normas de género de su tiempo bien para desarrollar profesiones vetadas a las mujeres, bien para tener una vida amorosa, sexual y afectiva acorde con sus sentimientos, o bien como un héroe
La disputa por la ‘identidad’ de Céspedes nos habla entonces de una disputa en la que se establecen continuidades con el pasado en las formas en las que se lee en la actualidad el archivo como la interpretación de ‘hechos’ que desvelan la necesidad actual de conocer el sexo, la ‘verdad’ de la identidad que finalmente reposa en el escrutinio de su vida y su cuerpo desde la mirada experta, pasada o presente.
No pretendo entrar en esa disputa sino denunciar la mirada colonial y racista que se ejerce al disputarse la (verdadera) identidad de Céspedes. El punto de vista feminista negro y la crítica negra radical me han enseñado que la visión desde el margen y desde abajo revelan historias parciales que están mejor contadas. Como señala Saidiya Hartman cuando se pregunta por los límites del archivo, las contra-narrativas de la negritud son historias de fracaso porque no se han podido establecer como historia. La historia de Céspedes es quizá una de estas historias.
El ‘archivo Céspedes’ revela la historia de una fuga constante. Claramente, es alguien que se rebela contra el destino que le deparaba su nacimiento en esclavitud y su posición racial, sexual y de género en el marco peninsular de la modernidad.
Céspedes se rebela contra este destino en todo momento, lugar y en toda temporalidad, a lo largo de su vida y en la propia narración de su historia en el ‘Discurso de su vida’; con lo que cuenta y lo que elude contar, también en la forma en que lo hace. Sobrevive al juicio inquisitorial y a la condena y se le pierde el rastro poco después, hasta el presente.
No necesitamos hacer un héroe afro a Céspedes. Tampoco ponerlo de ejemplo de orgullo de negritud, de hecho, su intento es el contrario, desennegrecerse. Su nombrarse Céspedes, hermafrodito, cirujano y esposo de María del Caño, descendiente de cristianos viejos es su forma de escape. Su historia de fuga es la fuga de sí mismo, de la subjetivación que la colonialidad impuso sobre su ser.
En todo el texto he optado por nombrar a Céspedes siempre como Céspedes sin el nombre propio generizado en femenino o masculino. Esto es una decisión política de la escritura pero también un gesto de respeto al personaje que, como veremos, en un momento decide denominarse a sí mismo de esta forma.
Utilizo en este caso la primera persona del plural, sabemos, conscientemente como articulación política. Sigo la línea marcada por diversas investigadoras, en concreto, la política del ‘punto de vista feminista negro’ que rompe la distancia del sujeto cognoscente respecto al objeto de estudio y por tanto cuestiona la validez de la objetividad científica como premisa y meta; hago este movimiento como apuesta política irrenunciable siguiendo el ejemplo de Patricia Hill Collins (
La población morisca es la población de cultura musulmana que, tras las sucesivas conquistas de los reinos musulmanes en la península por parte de los reinos cristianos son obligadas a convertirse al cristianismo. De ahí que, en ocasiones, utilice la expresión ‘devenir morisco/a’ ya que fue la conversión forzosa la que definió la creación este colectivo. Las personas moriscas eran diversas fenotípicamente ya que en principio, no era una categoría racial; sin embargo, a partir de la conquista del reino nazarí de Granada y a lo largo del siglo XVI se va conformando una ‘identidad’ morisca asimilada a una categoría racial que culmina en el periodo posterior a la Guerra de las Alpujarras (1568–1571), cuando ‘morisco/a’ pasa a ser una categoría racial.
Ver:
Se denominaba así a las personas que hacían de informantes para el tribunal de la Inquisición.
El ‘discurso de su vida’ era el testimonio en su defensa de una persona (en este caso, Céspedes) ante el tribunal de la Inquisición.
Utilizo trans* (con asterisco) para marcar y denotar toda una tradición que dentro de los estudios trans suponen una llamada de atención sobre la realidad diversa de las personas que no se identifican con el sexo asignado en el nacimiento. El asterisco, entonces, vendría a marcar una posición inclusiva, a modo de paraguas, del amplio espectro de identidades que no se sitúan en un esquema binario; para más profundidad ver, por ejemplo, la entrada Trans* en (
Los monfíes eran cuadrillas de personas de cultura musulmana que se resistían tanto a la conversión forzosa después de la conquista de Granada, por la que pasaron a ser denominados moriscos, como a la presión en aumento de la monarquía hispánica durante el siglo XVI y XVII. Los monfíes se refugiaron en las montañas de Andalucía y desde ahí ejercían la resistencia contra la monarquía en diferentes formas entre las que se incluía el bandolerismo. En la Guerra de las Alpujarras, los monfíes actuaron como parte de las tropas moriscas.
Este artículo es parte del proyecto ‘Epistemologías híbridas: cuerpos, biometrías y ensamblajes’ con referencia PID2019-105428RB-I00. Agradezco las múltiples conversaciones mantenidas con investigadoras y activistas de la disidencia sexo-genérica afro, racializada y migrante sin las cuales las ideas que plasmo en este artículo no habrían visto la luz. Asimismo, quiero mencionar la ayuda específica que me prestaron cuando comencé a profundizar en la investigación sobre Céspedes el historiador Dr. Antumi Toasijé y la historiadora Dra. Karo Moret; reconozco en ambas la cooperación como forma de investigación de nuestra comunidad afro. Por último, mencionar a mi querida amiga y colega Dra. Rebeca Ibáñez, que muchos años atrás cuando ambas nos iniciábamos en esta cosa de la investigación me mostró la figura de Céspedes por primera vez.
La autora no tiene conflictos de interés que declarar respecto a este artículo.